jueves, 20 de julio de 2017

(Poemas de transición hacia un esplendor en el crepúsculo)

Digámoslo claro, hemos hecho el canelo.
No hay más remedio, hay que hacer siempre el canelo,
pero tampoco es cuestión de pasarse.

Ayer una mujer me dijo que se sentía estafada por la vida,
pero qué es la vida sino un mero engaño,
el truco,
un ágil movimiento de manos,
un claro ejercicio de hipnosis,
donde de repente, cuando quieres darte cuenta, todo ha acabado,
pero esto, ya lo sabemos todos.

La vida en un mogollón de fuerzas atravesándote,
tratando de destrozarte,
de abandonarte.
Moviéndose por todo el cosmos, como una gran masa verde voluptuosa
que gira sobre sí misma, hasta envolverte.

A veces duerme latente esperando el dedo que active la siega de pueblos enteros
o eleve a seres insignificantes al espacio,
más allá de las nubes,
como si todo hubiera sido un sueño.

Abres la boca y es otro el que habla,
¿son estas mis palabras o es el gran hipnotizador, el que no tiene rostro, el que mueve mis labios
y ni si siquiera sabe que dice?

Y aquí me encuentro, en este abrir y cerrar de ojos.

Tengo el tiempo suficiente para escribir esto antes de irme al trabajo,
pero no sé lo que significa,
si es que la existencia tuviera algún significado.









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