domingo, 5 de junio de 2016

La chica de acero inoxidable


Ella cree en el más allá.
Yo en el más acá.

Me invita a los dulces y a las delicias de este mundo,
donde la entropía impera, y los objetos y los seres, no cesan de romperse,

y yo las tomo, a pesar de que se me puedan caer de las manos.

Cómo no estar a sombrado.

Ella dice que es de cristal,
y yo digo que soy de flan.

Y yo la invito a las palabras,
con la esperanza de que en algún momento adquieran poderes mágicos.
Pero no son mis palabras, sino las de ella, las del encanto,
las que me calman,

y entre tanto, cómo no asombrarse de las cárceles del dolor
y de las pequeñas maravillas,
de la vida que se desenreda y se va enredando,
de Don Juan maullando, 

de contemplar la realidad desde sus ojos,
desde sus labios.








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