lunes, 13 de junio de 2016

Recuerdos desde el más acá

Quisiera volver a pensar.
Escribir panfletos ilustrados con monigotes dibujados por mí mismo.
Cambiar el destino del mundo, ahora que todavía estamos a tiempo.
Que el porvenir aparezca, esta vez de verdad, y los niños futuros dejen de ser sombras,
y comiencen a tener cuerpo.

Lo intento.

Pero es que una violonchelista tocó unas notas
que yo solo oigo,
y como envuelto en el sueño, a pesar de todas mis resistencias y cautelas,
abrí los ojos en la otra orilla del rio Jordán,

a un solo paso de la tierra prometida.

Durante algunos días se me abrieron sus puertas.
Me paseé por sus calles inquieto e inseguro, la verdad.
Se me derramó el café de inmediato.
Fui invitado a dulces.
Me perdí en la espesura de sus bosques de frutales.

No sé como sucedió. Quizá fue mi risa.
Pero de repente me encontré de nuevo en el gran Mandril,
muy asombrado.

Todavía me falta el aire.
Parecía todo tan real.

Lo más sólido que guardo son unos pocos recuerdos, muy intensos,
pero temo que en cualquier momento puedan ser arrastrados a lo difuso.





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