Ha llegado una viejecita empobrecida
hasta la puerta de salida del autobús en marcha
Ha dirigido la mirada y la voz a los viajeros
que se encontraban sentados
y ha hablado en voz alta
en voz alta
un discurso a favor de la vida
y después los aplausos
tímidos
después bravos
y yo también aplaudía
(¿Por qué tenía tres bolsas llenas del Corte Inglés entre mis piernas?)
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