sábado, 30 de noviembre de 2013

Ahora que se me va la fiebre

Ahora que se me va la fiebre
recuerdo que hablé contigo durante un par de horas, 
que mis palabras trémulas parecían las de un personaje salido de una comedia
y que me gustó tu acento, 
aunque dijiste cosas que no comprendo, 

que es tiempo de unir, 
que lo material no importa. 

Me pregunto el por qué debería ser amigo de un señor que me abre las ventanas para que me llegue el frío,
por qué debería abrazarle si desea quemar el bosque donde vivo,
Me pregunto si lo material no importa, 
si caminar descalzo no es importante.
Me pregunto qué es el diálogo si soy mudo,
si por las noches, cuando duermo o estoy agotado, me corta la garganta para que no hable.

Me hubiera gustado charlar contigo un rato más sobre la realidad, 
que me explicaras como unir sin convertirme en sombra, 
qué hacer para que lo material y lo inmaterial no pesara tanto sobre los cuerpos.

Y sin embargo, de repente, te evaporas. 



martes, 26 de noviembre de 2013

Me vestiré de superhombre

De entre cien
habrá al menos uno perfecto.

Y con él
me vestiré de superhombre
y lo leeré al pueblo.

Iré a los bares de la ciudad a leértelo,
al metro,
te lo leeré en la cama si es que te quieres acostar conmigo,
y lo escribiré en las calles.
Al principio cuando caiga la noche,
después, a plena luz del día.

Mira que pinta tengo con estas mallas
y el disfraz de superhombre
leyendo poemas al pueblo en las plazas
y en las puertas de los colegios.

Nos han dicho siempre que el pueblo es idiota.
Basta.
Mira que te leo mi poema
y te dejo patas arriba, cucaracha.












lunes, 25 de noviembre de 2013

Pues sí que hace frío

Afuera
los otros son carámbanos
pero aún así,
saldré a la calle.

Son carámbanos, si, a lo lejos,
que cuando se aproximan a mi
me entregan el calor suficiente.



viernes, 22 de noviembre de 2013

El edificio se eleva al cielo

Si el edificio donde vivo se elevara al cielo
ya no podríamos huir
ni atrincherarnos en nuestro piso

Tendríamos que llamar puerta a puerta
para encontrarnos,
y dirigir el bloque, si, hacia las nubes
en busca del agua

Seriamos aeronautas,
cuidadosos.
No dejaríamos caer el pasado a la Tierra,
no dejaríamos que lo enturbiara todo.

Y jamás nos verías,
creerías que somos la bandada de pájaros que nos acompaña.






Regando las plantas

Bonito día este tan frío frío,
tranquilo,
recordando una conversación  nocturna,
imaginando,
escribiendo correos,
tratando de comprender un silencio,
yendo a clase,
cocinando el brócolí,
echando la siesta,
escuchando lecciones sobre el neoliberalismo.

Después una cañas
envuelto entre palabras.

No vienen solas.
Emanan de dos cuerpos.
Ellos no lo saben,
los conozco desde siempre,

y al final regando las plantas
me he regado a mi mismo.







miércoles, 20 de noviembre de 2013

De pequeño yo vi a un gigante

Todavía recuerdo a ese hombre enorme
que atravesaba de una sola zancada pueblos y ciudades, 
alegre
e indestructible.

No sé que habrá sido de él, 
si habrá caído de bruces contra el suelo
muerto en mitad del bosque,
si encontraremos su esqueleto de ballena varada en la montaña,
o si continuará caminando.

Si, caminando habrá dado varias vueltas al mundo
con sus pasos gigantes.

Pero es que yo no le he vuelto a ver.

martes, 19 de noviembre de 2013

Si quieres aparecer

Cuando fui a buscarle ya no estaba,
se fue a través de aquella rendija en la pared,
de cuclillas, en el interior de un altavoz en Martutene,
haciéndose el dormido en la caja de un muerto

Él se fue y otros muchos se fueron.
No estaban,

se habían hecho poetas

domingo, 17 de noviembre de 2013

Quiero saber que fue de los hombres que ya han muerto

La única burocracia que yo exigiría a la vida
es la palabra escrita,
un informe existencial de cuando éramos los vivos.

No puede morirse sin más
sin dejar un trocito de usted para el futuro,
algún legajo,
o al menos unas frases sueltas

En el mañana queríamos saber de usted
pero no nos ha dejado ni siquiera una carta.


Hay que salvar al futuro

Tengo que buscar urgentemente algún recipiente,
un pequeño envase a salvo de los carámbanos,
del próximo alud,
de los días de nieve,
de esta tormenta que nunca se acaba.

Tengo que salvar al futuro y esconderlo en una caja
ahora que la noche está cubriendo de hielos la ciudad

Y no puedo perderlo.



La llegada del frío

No, no te quedes dormido todavía
ahora que ha llegado el frío,
no te envuelvas en tu edredón de hojarasca
ni hibernes hasta la llegada de la primavera.

Tienes cosas que hacer;

convertirte en un farsante, por ejemplo,
conseguir una estufa,
o por lo menos pasar la mañana caliente con quién te guste,
en la cama. 

Tienes que pasear, 
y volver al piso convertido en un hombre de barro.



viernes, 15 de noviembre de 2013

Precioso día en Mandril donde ya no existen los animales

Olemos bien
y ya no hay piojos
aunque no sabemos durante cuanto tiempo.

No hay planes para eliminar la pobreza
pero sí a los pobres.
Es como si todos los males provinieran de ellos.

Por si acaso me tocara a mi ser el pobre
quisiera huir de la ciudad,
pero es imposible,
vaya donde vaya la ciudad siempre me persigue

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los poetas se llaman Sarrionandia

Todos los poetas se llaman Sarrionandia
Escaparon de la cárcel
y desde entonces, permanecen ocultos en un lugar de la ciudad.

Pero un día se harán visibles.
Pasearán por Mandril expuestos a tus ojos.
Y tendrán mucho cuidado para que tu mirada no reblandezca sus palabras



martes, 12 de noviembre de 2013

No iré al mar

No iré al mar a morir como los escarabajos de Makaroff
prefiero quedarme aquí, en la ciudad,
esparciendo miasmas,
desperdigando las hojas sueltas del periódico,
volcando papeleras repletas en la acera,
ahora que todavía estamos a tiempo.

Ay,en esta ciudad que pertenece a las sombras,
quédate conmigo
podemos arañar un trozo de realidad.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Ay los pobres donde están

Ay los pobres dónde están
abriendo la puerta del florecerán
Ay los pobres que se quedan
Ay los pobres que se van

Ay los pobres que se llevan
y no volverán

Ay los pobres que marchitan y que vendrán

Llegará un día

Todavía no ha llegado
y no cesan los minutos locos
ni las horas,
pero llegará un día y te entregará un panfleto solo para ti.
No le tires a la basura.
Si quieres, arrójalo a las calles
y deja que el remolino le arrastre a otras manos
si es que tu no le quieres.
O guárdatelo en el bolsillo para más tarde,
cuando dispongas algo más de tu tiempo
y no le temas,
no le mires así, como si fuese un loco.

Acércate a él antes del invierno,
invítale a un café,
ponte nervioso
y llévatelo.

Aparecerá solo para ti.






Entre alegre y triste

Quedamos para tomar vinos y acabamos en tu cama,
me diste la mano y yo me dejé llevar.
No pude darte el placer pero me abracé a ti como si fueras un oso
o una nube,

y me invitaste a un café y no paré de hablar.

Permanecí placido durante el día,
quise perderme por Madrid
en un paseo sin fin
y sin embargo llegué a casa.

Al caer la noche
entre alegre y triste,
me entraron ganas de reír
o de llorar







miércoles, 6 de noviembre de 2013

Nunca murió

Cuando le miro me recuerda a ti
aunque él
no tiene rostro.

Me dices que él es ella, y yo asiento,
que ha pasado la mañana en el interior de un torbellino de papeles,
que a la misma hora yacía inconsciente en plena calle,
que su sangre habla cuando recorre tus cejas rotas,
que un pequeño tumulto se organizó alrededor de su cuerpo
que aún respiraba.

Me gusta escuchar de tu boca
ese fabuloso relato en el que le encontraron recién nacido
en un cubo de basura,
que al caminar liviano dejó indelebles sus pasos,
que no eran los suyos,
que eran los tuyos

Me gusta cuando amanecen las papeleras en los suelos,
en ese lugar insignificante donde la realidad se puso al fin de nuestro lado

Despertamos juntos

Me gustaría permanecer abrazado a ti un poco más
pero ya te quieres levantar.
Has abierto la ventana y me invitas a asomarme

Fuera, los papeles revolotean.

Tenemos la sensación de que todo podría comenzar hoy,
a partir de un cubo mágico de basura caído en el suelo.

La realidad quiere ponerse de nuestro lado.

Si. Hoy nos gusta esta ciudad.














lunes, 4 de noviembre de 2013

Mi pequeña lucha matinal contra el gran afanador

Forcejeo por las mañanas con los ladrones del tiempo
y cuando quiero darme cuenta,
han ganado.

Y yo tengo que irme al trabajo.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Tarde de domingo

Llegué demasiado pronto, como siempre.

Me senté en un banco de Recoletos
a esperar
mientras me liaba un cigarrito.

Al poco, llegó un hombre que se sentó a mi lado;
había sido guerrilero en Colombia
y ahora duerme en los soportales del museo de cera.

Yo le pedí que contara su historia,
él me dijo que moriría con ella,

Nos despedimos dándonos la mano,
y  le deseé suerte,
pero él no quería la suerte
ni quería recuperarse

quería que el mundo se salvara.

Y nos separamos






A las faldas de la montaña artificial

He llegado al futuro hace un momento,
todavía en pijama.

Alguien ha construido una descomunal montaña,
y a su falda,
descansan los cuerpos de los muertos.

Bajo enormes bloques de hormigón duermen,
y yo me aproximo a la tierra para escuchar los murmullos de sus pasados,
cuando eran hombres,
alegres,
cuando estaban vivos.

Pero no oigo nada.

Pregunto por ellos a quienes viven próximos a la montaña,
pero nadie sabe.
Se mudaron hace poco a sus pies
y mañana
volverán a encaminarse a otro lugar,
a otro hogar,
empujados por la fuerzas terribles de la necesidad.

Pregunto por ellos al aire.
Pero el aire está preso y no puede escapar,
quiere decirme,
pero apenas puede balbucear.

Pregunto por ellos a las horas
y el tiempo me dice que no lo tuvieron,
que se lo robaron

Y rebusco entre papeles y legajos su historia.
Pero nadie escribió sobre ellos.
Nadie sabe.
Es como si jamás existieron









sábado, 2 de noviembre de 2013

El hombre que jamás se aburría

Él que se embelesaba con cualquier cosa,
que quería dar la vuelta al mundo en bicicleta,
quemar contenedores,
hacer pintadas por la noche.

Él quería escribir un libro.

Para escribir un libro hay que vivir lo existente,
así que no me vengas con quejas
de que tu vida es aburrida,
de que nadie te quiere ,
de que hay algunos hijos de puta que te robaron el tiempo
y tú les dejaste ir sin aplastarles con un martillo la cabeza.

Él se embelesaba con las chicas,
se entretenía escribiendo en el metro.
Cuando se quedaba sin dinero, robaba libros en los supermercados.
Le gustaba levantarse y enorgullecerse,
durante unos instantes le gustaba imaginar que era Dios,
pero una simple bacteria
o tan solo una palabra le hacían arrodillarse,
quebradizo
y se rompía en trocitos.

Jamás se aburría.
Parecía que prometía.

Pero tú te aburriste al aproximarte a él.