miércoles, 21 de febrero de 2018

Aparición

Al principio, Usted, era una luz centelleante,
una palabra:

"Aquí"

Apareció de repente, en una página de contactos,
de perfil.
Nada decía, pero quizá lo dijera todo.

Después, inesperadamente, cuando solo esperaba el silencio,
brotó de su boca aquello que tanto deseo y temo.

"¿Quedamos?"

Y Usted emergió en mitad del puente, entre dos países,
dos idiomas.
Un punto donde se condensan 15 años,

como de la nada. 

Si alguna vez estuviste en el extremo de un trampolín cuando fuiste pequeña,
sabrás de lo que hablo,

de algo parecido al vértigo.

A un paso del salto donde todo cambia.

Y Usted, que solo era de neutrinos inestables,
comenzó a tener forma.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Como en las películas



Yo te vi.
Te vi tan cerca que fuiste posible,

y ya no quiero que te disuelvas
ni me entregues al olvido.


Espera.
No tan rápido.
Que la nada guarde su turno.
Deja caer de tu boca la palabra dulce que ando esperando.

Que caiga lenta, clara, 

mecida hasta mitad del puente

donde yo te ando pensando.

Notas sobre mi trabajo

Qué mi trabajo no está mal para lo que hay,
qué otros, ni siquiera pueden hablar en alto,
qué Damocles se balancea, siempre a punto de crear abismos.

Y a pesar de todo, no quiero ir.
Imagino a mis potencias agostándose, allí.

Abro a puerta del curre y veo a mis padres consumiéndose.
Esto ya sucedió: la matanza del sueño.
Y veo a los abuelos de mis abuelos pudriéndose,

en el olvido.
Mi herencia, como la de usted, es el abismo.

Entre tanto, ese dejar pasar el tiempo creando mundos.
Cruzando palabras y dibujando signos, en el metro, camino al trabajo.
Agitando los brazos para ser visto.

Cada mujer y cada hombre parecen ocultar un misterio,
un continente, una nueva galaxia,
una ínsula atractiva, al menos,
o solo un puñado de nervios.

Pero si tan solo fuéramos la brizna de hierba,
la mota de polvo,
un triste suceso,

merecemos ser descubiertos.

Mi primera vez

Me recuerdo claro, a los 37, abriendo aquella puerta por primera vez.

Yo, de puro algodón.
Una pequeña chispa y todo mi ser comenzaría arder.

Me sorprendió la agitación, las prisas, los gritos,
esa carrera alocada a ningún lado.

Yo, el subalterno, como siempre,
el sin voz. Solo brazos y pies.

Después cada día el olvido.

Prometí escapar y ya han pasado 12.

Moloch devoró mis restos,
el de un cuerpo llamado El Joven.


Mi primera nochebuena cenando solo

Se abre una puerta.

Su voz es oscura.
Su boca ancha.

No dice nada nuevo, ya lo sabemos,
ha de multiplicarse.

Se abre una puerta y se cierra otra.
La de un mundo que ya ha muerto o está muriendo.
Los muertos, a veces, despiertan de ese sueño sin sueño
donde ya no existen,
donde solo habita la triste eternidad
plagada de olvido.

Despiertan y se introducen en el olor, en el objeto,
agitándose vividamente en el recuerdo.
Deambulan espectralmente en las cabezas
por aquellos lugares donde ya estuvieron.

Los muertos esperan un gesto, quizá el mío,
para que su camino, interrumpido, prosiga,

hacia el futuro.




martes, 13 de febrero de 2018

La llegada de la Tercera Ilustración (de Pablo)

El día el día en el que Nuestra Señora me abrazó,
dejé de morir lapidado.

Los ojos del Insecto fueron mis ojos,
el Perro habló en público, por primera vez,

y la Tercera Ilustración tomo cuerpo, en este, mi mundo.

Apuntes sobre Nuestra Señora (de Pablo)

Nuestra Señora es la que nos cuida.

No es el señor de Barba Blanca.
Severo.

Es Nuestra Señora. Construida con un millón de pieles,
las nuestras.

Ahora que ha llegado, puedo morir si me place en la cuneta.

Sin temor a que Ella me falte.

Envejecer tranquilamente (de pablo)

Podemos envejecer, tranquilamente, ya que no tenemos descendencia,
morir de repente, en las calles.
Decir cosas raras, en el café, acorralados por el ictus.

Fuimos millones, repartidos por el mundo.
Descubrimos que dios y el diablo eran lo mismo.
Que la vida es caníbal, que se devora a sí misma,
que dura un instante,

que al final es invisible.

Que el Estado nos creó en el laboratorio, como a monstruos,
cuando el último poéta murió solo .
Que llegó El Robot, amando a todos, lanzándonos al vacío,
a la desgracia y la podredumbre.
Que nos convertimos en sombras.

Sombras.

Y en lo más oscuro nuestras miradas tuvieron sentido.
Nuestra palabra fue la de todos,
y la ficción se hizo realidad porque nosotros la hicimos.

Ya podemos morir.

La vida

Nos aproximamos a la vida con ganas,
con deseo,
buscando abrazarla,

besarla.

Y sin darnos cuenta nos vemos devorándola.

El gran caníbal,

Nosotros,

La Vida.
El minutero circunvala el cosmos a gran velocidad, acelerándose a cada instante.

Para ralentizar el tiempo, lo mejor, es ser tocado por Nuestra Señora.
Todavía estamos a tiempo.

Ella podría, por qué no, presentarse a las elecciones, salvar el azul turquesa del desastre,
que de repente, la poesía diera ese salto cualitativo con el que sueño.

Sería precioso sentirnos envueltos por el aire fresco que nos espera,
que meciera el velo rasgado,
dejando de ver por momentos el monigote oculto,

la pura realidad.


Dices que yo soy Kevin Johansen

Dices que soy Kevin Johansen,
pero a mí me tiembla la voz.

No he conseguido mantener la máscara más que un instante.
Enseguida cae el telón,
y he de aparecer en el escenario, semidesnudo, con todas las vergüenzas a la vista.

Él, toca el ukelele, desenvuelto,
como un ser apolinio en lo alto del centro del mundo.

Yo, toco la flauta de oídas, solitariamente, a escondidas,
como aquel sileno perdido en el bosque.
Ya sabes, en el laberinto, donde la vejez crece.

Jamás saldré.
He de morir allí.
Dando vueltas y vueltas, escuchando las risas de las gracias,

a lo lejos.

lunes, 5 de febrero de 2018

Mensaje de Nuestra Señora

Cuanto más nos celebran las encuestas,
el gran megáfono de la ciudad, avisa de todos los peligros.

Que yo no exista,
que la poesía sólo pueda habitar en el cálido hogar
de la esfera de lo íntimo

asomándose tímidamente por la ventana de lo real,

no quiere decir que haya de permanecer siempre allí, encerrada.

Tiene derecho a serpentear las calles,
a obtener su cuerpo y a envolverte. 

A hablar alto, bien alto, para que la oigan todos.

A llegar hasta la misma puerta del parlamento.




En contra de Nuestra Señora (de Pablo y Nuestra Señora)

¡Atención, atención!
¡Estamos en contra de Ella!

Aunque una vez, es cierto, sentí su mano en mi mano.
Mi boca en su boca.

Es preciso decirlo:

No existe.

Aléjense de Ella.
Al caminar, su paso fractura el país, dejando un surco enorme:

El Abismo.

Aunque tiene otros nombres, impronunciables,
siempre lejos del ministerio de economía.


Quedará un soliloquio, un murmullo de fondo expandiéndose y replegándose sobre sí mismo.

Y el olvido, envolviéndolo todo.

Envolviendo al bramido del  cielo y la risa del bromista loco,
sorprendido.

Al borde del gran silencio

ni siquiera él habrá existido.

Estoy aquí, desplegando el azul turquesa (de pablo)

 "Si no te gusta este país, vete", me ha dicho.

Y yo estoy aquí,

desplegando el azul turquesa y esparciéndolo por los cielos,
suministrándolo con cuentagotas al enfermo,
vertiéndolo en los grandes depósitos que suministran vida a la ciudad.

Hago gárgaras con él, siempre que me es posible.
Dejo que me envuelva, ahora que estoy cansado.
Cada palabra encaja perfectamente en el color, también las cuentas.

Todo cuadra.
Los futuros posibles, se anuncian dulces.
La senda deja de ser espinosa y las zarzas se aparta a mi paso.

Nos cruzamos, oh, desconocido,

ahora, ya,
sin temor alguno.