Merece la pena arder eternamente en las llamas del infierno
por hacer un pacto con el diablo
y poder acostarse con todas las anarquistas del mundo
Para despertar al amanecer y encontrar todas las autopistas de la Tierra
convertidas en vergel
para verte a los ochenta años montando en bicicleta
y leyendo libros con una sola mano
para convertir en ácaros a todos los que tienen más poder que tú
para descubrir un día en la prensa la asombrosa noticia de que todo el armamento del planeta
se ha desintegrado
para abrir la ventana y gritar ¡Viva! cuando la poesía haya regresado por fin a las calles
para recoger entre todas el maná que cae de los cielos
para abrir las aguas de los mares y del tiempo que nos separan
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