No son dioses,
que son hombres que lanzan torbellinos contra el barrio,
que no son dioses,
que tan solo son empleados, con una existencia, por lo general, demasiado miserable
para ser recordada.
Y si se me acelera el corazón
cuando una sombra se aproxima a mi,
nada debo temer,
tan solo es el espectro de un hombre
al que puedo mirar a sus ojos si me apetece
Y cuando me desprecie
deberé decírselo todo
Todo
Que se ha perdido y se aproxima al vacío
y nunca más se volverá a encontrar
Y que el tiempo de vivir entre los hombres
se le está acabando
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