Que la vida no puede ser regalada,
dicen unos,
que la vida lleva implícita el dolor.
Y mientras tanto esos cuerpos frágiles,
cayendo
en ese territorio de la desventura,
de la desgracia,
el abuso
atravesando la existencia bajo ese nubarrón tormentoso y continuo.
Ya es hora pues de que cese
lo horrible.
El final de aquellos placeres que esparcen la semilla del sufrimiento
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