De repente te das cuenta que andas envuelto dentro de un chiste,
en un terremoto particular,
que se te caen los papeles al suelo,
el sombrero,
la peluca.
Escuchas la gran carcajada
proveniente
de los confines del cosmos,
te quedas paralizado,
no es tu chiste preferido
pero reconoces que es gracioso
y tú también comienzas a reír
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