El gran Mandril se resquebraja, la grieta se abre.
Algunos tratan de saltar al otro lado, en vano
y caen al vacío, en silencio, y muy pocos gritan, y si lo hacen, nadie escucha.
Y la grieta separa más el mundo, lo fragmenta,
y abajo, en lo más profundo,
aparece un rostro.
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