Si es que nacieras algún día o te convirtieras en mito,
o simplemente el legislativo pulsara el botón verde que te aprobara en feliz celebración.
Si finalmente apareces, no te olvides de mi,
que te vengo pensando desde mi juventud,
esperándote a diario, en la parada del autobús fantasma,
aquel que recorre errante y a la deriva las calles del gran Mandril,
hasta llegar a la vejez, a ese mundo horrible cubierto de demencias y enfermedades,
delicias, si es que tú me estás esperando.
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