Aparte de la vejez, de todas las enfermedades asquerosas,
del dolor y la muerte,
las hojas del calendario también anuncian el enmarañamiento.
Es un altavoz enorme, nadie puede sustraerse a él, y que me grita:
"¡21 de enero de 2020!"
Me enredo en las horas de trabajo
cuando debería regar la simiente del futuro.
Son el trueno que me desvela a mitad de la noche,
la ausencia de oxígeno en la víspera
lo que absorbe mis energías.
Soy a pesar de mis restencias,
ese animalito que se desliza asombrado al abismo.
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