Sólo había quién conducía los trenes, los autobuses,
quien abría y cerraba las cosas,
los objetos,
las puertas,
quién guardaba el polvo de las calles
y las llevaba lejos,
fuera de la mirada
y te mecían en sus brazos
y te emborrachaban
y sin embargo no había nadie,
tan solo esclavos
hombres sin cara
de cuerpo borroso
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