Esas pequeñas bellezas que permanecen ocultas
me encantan.
¿A quién no le gusta las moras
envueltas en zarzas,
y siempre dispuestas al borde del camino?
Si me aproximo a ellas con cuidado,
nunca seré herido por sus espinas.
Y se ofrecen a todos, pero no pertenecen a nadie
La pregunta es la siguiente;
si no tuvieran espinas, ¿quién sería su dueño?
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