Me asombra la entropía,
esa facultad de la vida para desordenarlo todo.
Tenía una cena para hoy que se ha anulado,
y una fiesta de disfraces a la que no he podido asistir
porque era demasiado tarde.
Quiero hacer muchas cosas
pero no tengo las ganas suficientes.
Contemplo, mientras tanto, como se degrada el piso:
cada minuto se desordena.
Y cada minuto complica la vuelta al orden primigenio.
Ese estado perfecto de nuestra infancia,
antes de que se derrumbara todo.
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