Mi señora,
recuerdo el día que apareciste por primera vez.
Yo tenía veintitres años,
y mi hermano y mi sobrino,
estaban dispuestos a perder sus ahorros
en un bar del centro.
En la parte de atrás de un póster roto,
escribí un nombre
que nunca antes había oído.
Eras tú, que llamabas a mi puerta.
Llegaste como una resonancia futura,
como un juego,
y nunca más te has ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario