Desde el mismo momento en el que uno decide ser poeta comienzan las dificultades: no sé francés, mi camiseta a rayas ha encogido, mi pipa ha desaparecido durante la mudanza.
miércoles, 24 de junio de 2015
Si las plantas tuvieran rostro
Si tuvieran rostro, voz y alma,
conversariamos hasta altas horas de la madrugada.
O quizá fueramos sus esclavos.
Nunca faltaría el agua.
O seriamos los abobinables. Seres terribles,
con un presente que no me atrevo a describir.
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