Parecen poseidos como por el diablo, atrapados por algo
que resuena por dentro y agita sus cuerpos,
que permanece allí y jamás desaparece.
Su nombre, prohibido,
y sin embargo, resurge continuamente,
en el arroyo, entre la fabril cantinela de la máquina,
en el paso del caminante.
Quisieron matarla ocultando su nombre,
prendiendo fuego a su cuerpo
y a sus notas, que ahora ya nadie entiende.
Y cuando menos lo esperas, aparece por dentro,
entre los vivos.
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