Como en un chiste de los que yo dibujo,
se bifurcan los caminos.
Usted, empapada, con el pelo lacio bajo la lluvia.
Yo, queriendo revelarla un deseo.
Como en las comedias, te pido un beso,
pero no quieres, porque no te has lavado los dientes.
Nos despedimos,
y solo queda la gran carcajada del dios de la risa,
que retumba
y que a mi también me alegra, por nombrarlo de alguna manera.
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