De repente el mundo se pobló de monstruos,
de millones de horribles,
inquietantes,
de seres temerosos,
de todos asustados de todo.
Pegajosos,
ocultábamos el cuerpo tras el gran velo.
Éramos leves, sigilosos.
Temíamos tu mirada.
Tu mirada.
La que lo derrumba todo.
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