martes, 27 de agosto de 2013

El hombre durmiente

Al caer dormido me olvido de pensar,
respiro más despacio
y pierdo el apetito.

Si tengo un edredón y mantas lo suficientemente cálidas
me resulta imposible saber
que afuera
se ha abierto paso un largo invierno

Cuando permanezco dormido
el mal puede entrar en mi casa como si fuese su casa,
abrir mis cuadernos,
aproximarse a mi lecho,
entrar en la cocina,
afilar los cuchillos como si fuese un juego,
y sin embargo, no tenerle miedo

Siempre que no me despierte,
nunca le temo.

Sonámbulos y durmientes
han roto el reloj,
y yo duermo
sin pesadillas ni ensueños

Ha pasado la vida
y todavía no sé si estoy despierto



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