domingo, 3 de noviembre de 2013

Tarde de domingo

Llegué demasiado pronto, como siempre.

Me senté en un banco de Recoletos
a esperar
mientras me liaba un cigarrito.

Al poco, llegó un hombre que se sentó a mi lado;
había sido guerrilero en Colombia
y ahora duerme en los soportales del museo de cera.

Yo le pedí que contara su historia,
él me dijo que moriría con ella,

Nos despedimos dándonos la mano,
y  le deseé suerte,
pero él no quería la suerte
ni quería recuperarse

quería que el mundo se salvara.

Y nos separamos






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