Llegué demasiado pronto, como siempre.
Me senté en un banco de Recoletos
a esperar
mientras me liaba un cigarrito.
Al poco, llegó un hombre que se sentó a mi lado;
había sido guerrilero en Colombia
y ahora duerme en los soportales del museo de cera.
Yo le pedí que contara su historia,
él me dijo que moriría con ella,
Nos despedimos dándonos la mano,
y le deseé suerte,
pero él no quería la suerte
ni quería recuperarse
quería que el mundo se salvara.
Y nos separamos
Que bonita historía. Un abrazo. Buen blog.
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