sábado, 2 de noviembre de 2013

El hombre que jamás se aburría

Él que se embelesaba con cualquier cosa,
que quería dar la vuelta al mundo en bicicleta,
quemar contenedores,
hacer pintadas por la noche.

Él quería escribir un libro.

Para escribir un libro hay que vivir lo existente,
así que no me vengas con quejas
de que tu vida es aburrida,
de que nadie te quiere ,
de que hay algunos hijos de puta que te robaron el tiempo
y tú les dejaste ir sin aplastarles con un martillo la cabeza.

Él se embelesaba con las chicas,
se entretenía escribiendo en el metro.
Cuando se quedaba sin dinero, robaba libros en los supermercados.
Le gustaba levantarse y enorgullecerse,
durante unos instantes le gustaba imaginar que era Dios,
pero una simple bacteria
o tan solo una palabra le hacían arrodillarse,
quebradizo
y se rompía en trocitos.

Jamás se aburría.
Parecía que prometía.

Pero tú te aburriste al aproximarte a él.











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