martes, 22 de agosto de 2017

Todos caemos (de Pablo)

Pudiera ser que la caída de los poetas les hizo sabios y dulces,
o quizá, quedaron traumatizados durante aquel descenso al infierno,
cuando entraron en el círculo invisible donde nadie sale, ni es visto.

Desconozco los estigmas que ahora llevan en su piel,
signo de los tiempos cuando llevaron la lepra consigo,
cuando a pesar de la invisibilidad, las gentes se apartaban de su camino,

y ahora tú, también has descendido.

Si cada peldaño te parece enorme, como un gigantesco muro interpuesto
que te impide el paso,
llegar a los tuyos.
Si decides quedarte perdido sin saber quién eres,
llamando a las puertas de Moloch, desesperadamente,
jamás regresarás.

La insignificancia tiene el mismo color del poeta, aunque lo niegues.

Y ahora que el robot duerme en tu cama,
¿qué haces cerrando las ventanas y las puertas a Nuestra Señora,
a estas alturas, diminutas, de tu vida?


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