Tenía tan solo nueve años
cuando comencé a planificar la primera revuelta planetaria animal e insectívora
contra el género humano.
Treinta y seis años después,
han muerto bastantes bichos,
y he quedado rezagado en mi conspiración.
No sé si me perdonarán la vida los insectos y los mamíferos.
¡Gorriones!, revolved mi pelo,
matadme,
si es que me consideráis culpable de traición,
pero tengo la excusa perfecta;
me entretuve por el camino contemplando la vida
al aproximarme demasiado al enorme corazón de magnetita de las mujeres
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