que escondo bajo un sombrero
para que nadie lo vea,
pero no hay manera,
a los pocos días me crecen yerbas
y bosques
y aparecen pajaritos y manzanos.
Diminutas nubes riegan los prados.
Y paseo por las calles
con mi cabeza florida,
y las gentes me cercan para besarme la mano
y pedirme regalos,
pero no soy el santo
ni tengo corona,
tan solo un arco iris
que brilla con el llanto
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