¿Cómo sabes que no soy un robot,
qué no tengo mis frases programadas,
qué todos y cada uno de mis movimientos no están teledirigidos?
Busco la vitalidad, sí, en los alimentos y en la electricidad,
en los rayos del Sol de la mañana,
en la tensión sexual,
en el vino y en los libros, como si fuera una orden.
Dímelo al oído,
que no se entere nadie
si la respuesta fuera terrible.
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