Desde el mismo momento en el que uno decide ser poeta comienzan las dificultades: no sé francés, mi camiseta a rayas ha encogido, mi pipa ha desaparecido durante la mudanza.
lunes, 23 de marzo de 2015
Hay una conjura para que no aparezcas nunca
Cómo verte, si voy dormido en el metro.
Si al abrir la puerta del piso caigo derrotado,
cómo ver tu rostro, mi amor.
Cierro los ojos, y en vez de mi Señora,
se me aparece un ácaro gigante en mitad del insomnio.
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