Como en una nave del tiempo, he llegado a 2016.
Desperté en el dormitorio de mi madre, junto a ella.
Todavía permanecía dormida.
Y enseguida me encontré de nuevo en este trabajo,
donde todos se han hecho viejos.
Como una fuerza brutal que me arrastra, ay,
la energía desasosegante de Sueldo, que nos convierte en robots y personas,
por ganar sus favores.
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