Se lleva a hombres y mujeres por los aires
y yo me despido de todos ellos, mientras saludo junto a la parada del autobús.
Les digo adiós, todavía asombrado. Sé que nunca más les volveré a ver.
Sujeto a la tierra, atado por cuerdas, para evitar lo inevitable.
Tengo en mi bolsillo arenas para caminar a contracorriente,
para no perderme en los cielos
como un as oculto bajo la manga que ya me viene pesando.
Y los vientos me despeinan,
me arrastran,
me llevan,
desaparezco.
Simplemente, no voy a ningún lado.
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