Quizá debiera convertirme en un hombre-anuncio
y entregar algunos pasquines
a los paseantes curiosos
"¡Regalo Oro!" -pondría-
y en las octavillas
avisaría del fin del mundo
"¡Pero hay salida!" -diría
En realidad,
para cambiar el mundo
tan solo es necesario
quebrar esta estatua de piedra mia
¡Qué barbaridades y maravillas aparecería tras su caida!
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