viernes, 12 de diciembre de 2014

En el país de los zombis

Se me abren las puertas del país de los zombis.
No recuerdo cómo llegué hasta aquí.

Los zombis,
que se me aproximan para jugar conmigo,
ni siquiera saben que han muerto.
Hablo en voz baja. No sé que decir.
Ese temor al despertar en un cuerpo que  no es el mío.

Me invitan.
Me acicalan.
Salimos todas las noches
para poder dormir,

la necesidad de estar vivos, como sea,
con nuestros rostros cadavéricos
y pena,
nos dejamos arrastrar en tumultuoso desenfreno.

Esa risa casi desesperada,
como el llanto de un niño al que nadie asiste.

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