De acuerdo, quizá sea una roca, pero de madera.
No me crees. Lo entiendo, nunca has visto una roca a la deriva.
Permíteme, la carcajada es mía.
Los enamorados han tallado signos en mi piel, pues muy bien,
sé donde están. Mira mi rostro, me cubro de musgo y polvo.
No me queda tan mal.
Y mientras tanto, me aproximo con desgana
al mismo borde del mundo.
Es de risa, soy una roca.
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