Todavía agotado por mi conversión en bicicletero,
y ahora, he de transformarme en comunista.
Huyo asustado del piso,
antes de que la entropía se abalance sobre mí y me destruya.
Busco en Legazpi a mi virgencita, Nuestra Señora,
la que nos ama a todos,
pero solo encuentro a Germán.
Inmediatamente comienzan a caer botes de cerveza del cielo,
y me aparto
como si hubiera visto al mismísimo Satán.
Llegar a casa,
y encontrar el fin del mundo mirándome a los ojos sin piedad.
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