no he barrido ni limpiado el piso.
No he hecho nada,
salvo abandonarme a la holganza y a la siesta.
Fui a la biblio, si, a devolver algunos libros,
y de regreso decidí perderme en el ensueño:
me propuse ser algún día paseante,
la reencarnación de Rouseau durante algunas horas
y ser atravesado por el rayo
camino a la cárcel
para ver a mis amigos presos.
Espinacas, besamel y la cama,
despertar a media noche para ojear cartografías
de mundos que no existen, pero que no han muerto.
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