La rueda no se infla por más que lo intento.
Abro la puerta de la calle, pero está lloviendo.
Vuelvo, renuncio al paseo.
Hay miles de seres y cosas esperando su turno,
a que mi mano o mi voz, inicien la acción.
La indolencia, mi manta de hojarasca,
a estas horas, energías cósmicas deberían estar llamando a mi puerta,
pero nada,
me quedo observando como el todo se desordena.
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