Vivo como si no estuviera.
Y sin embargo, existe.
A la sombra del coloso,
esperando a que se aparte algún día,
esperando a ese rayo de Sol
atravesando la penumbra continua.
Es tan alto, que apenas puedo ver su rostro.
Por doquier se me revelan signos de su presencia.
Barrios destruidos.
Algunos que otros miles de futuros perdidos.
Algunos pequeños terremotos a su paso,
y su cuerpo en llamas,
esperando a que caiga, sobre los restos del bosque.
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