I
Recorro el mundo en posición fetal, desnudo,
-en el interior de una maleta-
esperando alcanzar la orilla del país donde habita Salario,
esa maravilla que se enamorará algún día de mí.
Conocía de tu poder; si me tocabas, todo era posible.
Te vi en el horizonte, enorme, y me aproximé.
Y II
¡Oh, Sueldo! ¿Quién eres?
¡Oh, presencia fantasmagórica! ¿Por qué escapas de entre mis manos?
Lo sé, sé que me evitas,
que apareces y desapareces como una ilusión desde que te conozco.
¡Oh, maldita paradoja!
Ni un solo milímetro he avanzado desde que besaste mi frente,
y me olvido del mundo.
Cosa exigua,
no me abandones.
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