¡Oh, dioses!
Me observáis desde el confín
con vuestro telescopio de la risa, ¿no?
Quizá es porque os aburrís, que os gusta cumplir mis deseos
y después pasar un buen rato a mi costa.
La carcajada nunca acaba,
y yo, que soy partidario del humor,
reconozco que algunos chistes son como juguetes de filo sangrante,
y nosotros,
simples mortales nos podemos cortar.
Me pregunto si es que estáis molestos conmigo porque se me escapó un ensueño
que os despertó de la siesta,
o simplemente,
la eternidad os ha vuelto locos.
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