Nadie sabe quién es; quizá el hijo secreto de Mengele,
híbrido de un hombre a un solo paso del abismo y un trombón,
pero ya está hecho, y no podemos hacer nada,
tan solo esperar a que muera, evitar su mirada,
ocultarlo,
olvidarnos lo más pronto posible de él, como si jamás hubiera existido,
pero no puedo evitar escuchar la melodía nocturna que emana, como un gas, de los tubos de su cabeza,
y que lo envuelve todo.
Quizá sean sus pensamientos o sus palabras,
o sus sueños,
que se realizan en la noche inesperadamente, cuando todo el mundo duerme.
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