Esa manía de los mundos a colisionar,
de aniquilarse,
de mantenerse alejados en órbitas imposibles.
Si los mundos, en un nuevo paradigma, se aproximarán a tal extremo,
que se superpusieran como dos diapositivas,
lo maravilloso aparecería de continuo,
en vez del aburrido estertor del horror.
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