martes, 14 de julio de 2015

Un hombre que vi en el metro

No tiene ojos.


Estoy seguro de que los perdió hace mucho tiempo,
quizá nunca los encuentre.

A nadie mira,
ni siquiera a la mujer rubia, de sorprendentes labios, como de goma,
ni a los bellos,
que se consumen en las delicias junto al freno de emergencia.

Observo el rostro doliente. No es de este mundo,
quizá pertenezca al infierno.

Bebe cerveza
esperando a que se abran de una vez las puertas.

Quiere desparecer para siempre.

La noticia es la siguiente: jamás le ha visto nadie.

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