En cuanto les veo, me alejo.
Llevan una tormenta en sí,
una nube encima que les persigue,
granizo.
Me pregunto por qué no son amados en verano,
con lo que refrescan,
y si el mal en el que viven,
no podría convertirse en el bien, a pesar de todo,
a pesar del rayo que les quema
y les gusta.
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