domingo, 31 de julio de 2016

Sobre la guerra de las cucarachas contra el hombre

He visto una cucaracha enfrentarse a un hombre.

Diminuta e invisible a la mirada,
negra como el Tártaro,
mortal.
insignificante.

Desconozco su rostro, su voz,
su historia.

Nada sé de ella.

Y el hombre durante un instante,
ha sentido miedo.

Nada sé del desenlace. 






martes, 26 de julio de 2016

Si Nuestra Señora nos salvara de aquel

Un simple boli bic azul, puede pesar más que una tonelada,
¿cómo escribir entonces maravillas en el metro,
en este mismo cuaderno,
camino del trabajo?

Y es que las propias ideas, evanescentes,
se hacen densas.
Demasiado pesadas para nuestras mentes.
Apenas pueden moverse un solo milímetro.

Si despierto con mis labios cosidos.
No esperes de mí que puedan brotar frases ingeniosas,
aunque lo esté deseando.
No puedo hablar.
Si acaso responderte con monosílabos.
Siento ser tan aburrido.

Qué difícil es leer una sola palabra.
Qué difícil que mi cuerpo, el muerto, pueda mover un solo dedo,
freír un huevo,
comérselo.

Cualquier chiste es agotador.

Una muralla china se interpone entre las delicias y mi cuerpo.
Aquella simple tecla para alcanzarlas,
se hace una cima inexpugnable.

Ni siquiera siendo el gigantesco Iñaki Perurena,
podría levantar yo un simple metauniverso:
la mota de polvo.
No hay más remedio;  la entropía me irá cercando.

Y yo me pregunto quién es él.
Quién es el diablo que nos roba el tiempo,
que absorbe nuestra la energía mientras dormimos,
que arranca lo mágico a la vida
y destroza nuestros cuerpos para dejarlos por ahí tirados.
¿Quién es?
Debe tener rostro, voz.

Tenemos el deber de señalarle con el dedo,
de revolvernos.
Si lo hacemos, seguro que guardará sus violencias en el bolsillo.

Quizá tengamos que perseguirle,
a pesar de que él corra más rápido,
a pesar de nuestro cansancio.
Dejarle caer al Tártaro.
Cerrar sus puertas para siempre, para que no escape,

y que un coloso enorme, insomne, podría ser cualquiera,
vigile sus puertas.









Descansad

Llegará el tiempo del descanso, esto es, del no parar jamás,
donde el día por fin será de cuarenta y ocho horas.

Imagino que llegado ese día tocaré el violín y lo haré bien.
Podré cantar más allá de lo solitario.
Jugar con los gatos,
dedicar a los otros todo el tiempo que me plazca.

Decir que para entonces habré dejado de someterme a la miseria del trabajo.
Será el trabajo, si es que se le pueda llamar así en adelante, el juegue conmigo,
como un igual.
Ya te digo que para entonces tendremos que cambiarle de nombre.

Espero que cuando llegue ese tiempo,
la vida haya dejado de ser una retahila de sufrimientos,
de necesidad, siempre humillándonos.
La rutina, si es que existe, no será más la obligación,
aquella en la que nos arrastramos.

Podremos vivir sin que nos cerque la entropía.




lunes, 18 de julio de 2016

Semillas de la Renta Incondicional

En una pequeña tienda del barrio, llamada El Futuro, una mujer me espera.

Regala semillas.
Pero las gentes se enfadan y las llama imposibles.

Yo la quiero.
Y guardo sus porvenires en el bolsillo.
Y los dejo caer sin que nadie me vea.

El mañana.

Me apetece verlo algún día, antes de que yo muera.











Las aventuras del coloso en llamas

Vivo como si no estuviera.
Y sin embargo, existe.

A la sombra del coloso,
esperando a que se aparte algún día,
esperando a ese rayo de Sol
atravesando la penumbra continua.

Es tan alto, que apenas puedo ver su rostro.
Por doquier se me revelan signos de su presencia.

Barrios destruidos.
Algunos que otros miles de futuros perdidos.
Algunos pequeños terremotos a su paso,

y su cuerpo en llamas,

esperando a que caiga, sobre los restos del bosque.




miércoles, 13 de julio de 2016

Ser de horchata

Y sin embargo sé que algún día
esos diminutos riachuelos que circunvalan mi cerebro
lo encharcarán todo.

Ese día llegará el Otro,
instalándose definitivamente en mi cuerpo.
Perdido para siempre, sin la palabra.
Un verdadero aburrimiento.

Aplaco mi ira, es verdad, a riesgo de convertirme en horchata,
pero la sombra del iracundo durmiente, siempre amenaza.

Dejadme en el sueño profundo,
no vaya a despertar volcando las mesas,
asustando a las viejas.
Dejadme en mis cosas,
entretenido,
como de horchata,
amable,
haciendo el bien, 
pequeños dulces.

Dejadme que duerma, 
no sea que despierte convertido en Hyde,
ese moralista exigente, afectado por cualquier cosa,

con la cabeza en llamas,
al borde de la hemorragia.





domingo, 10 de julio de 2016

Dices que soy un delfín

Dices que soy un delfín.
Me sorprendo, jamás lo había pensado.

Yo creía que era el mono, aquel que junto a los otros,
iniciaron el camino hacia la razón.
Que dijeron "No",  para empezar,
para tomar el lugar ocupado por el hombre. 

Yo pensaba que era uno de esos monos que quería vivir.
 Que lanzaba signos al aire, para que los del futuro, supieran que yo también existido.

Pero vas y dices que soy un delfín.
Quizá porque me sumerjo en lo profundo y llego a la superficie,
como si tal cosa, sin la sospecha de que jamás he cruzado lo abisal.
Por lo escurridizo.
Porque si me acerco a la tierra firme, acabo muriendo.

Porque las cosas que digo, nadie las entiende.

miércoles, 6 de julio de 2016

Yo tuve una micronovia que brotó de lo etéreo
y me pidió un beso.

Ahora es de átomos, como yo,
como Whitman.
Contiene sistema nervioso,
como Shilock,
¿acaso no sangra?, ¿no ríe?
¿Acaso no debe vengarse?

Ella cree en la justicia divina,
yo ni siquiera creo en la justicia de los hombres,
quizá en otra cosa:

en las formas,
donde no sea preciso matar ni encerrar al monstruo en lo oscuro,
donde las maravillas jamás se oculten en su sombra.



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Carta de hombre menguante a El País

Cuánto se ha escrito sobre mí,
cuántos bosques cayeron para escribir toneladas en mi contra.

Y ahora, es como si no existiera,
aunque hubo un tiempo en el que fui un gigante.
Caminé algunos instantes a través de las nubes.
Desperté en una pesadilla con la promesa de que era futuro.

De verdad te digo que no sé de donde saqué las fuerzas.
Sin aire,
sin tiempo,
y sin embargo lo moví todo.

Vi como los ojos del desprecio, de repente, un día me tuvieron miedo.
Y ahora es como si no existiera.

Están borrando todos mis pasos,
mi voz,
mi signos, 

 ya apenas se me oye, 

y aunque todavía quedan algunas de mis huellas en estos tiempos,
a veces no sé quien soy.



Llegaron los robots, pero quizá ellos no son el problema.























lunes, 4 de julio de 2016

Ella es técnicamente posible

Dos mil quinientos años de historia te observan,
y sin embargo das vueltas en el círculo de la necesidad sin saber que existes.

Tan solo debías amar al hombre menguante,
aquel que en otro tiempo atravesó las nubes.
Todavía queda algo de su rastro:
retales de descanso, derechos políticos, cuidados,
y algunas perras para cuando el tiempo llegue partiendo los huesos.

Yo creía que del amor entre Mi Señora y el hombre menguante
nacería un ser nuevo,
más amable,
que penetraría por las sendas del futuro liviano,
sin las cargas y los horrores del pasado.

viernes, 1 de julio de 2016

Sueño con invertir las piramides

Por cada minuto que no tengo, los gramos pesan un poco más.

La existencia ahora es más pesada.
Se me cae el libro de entre las manos, pesa quintales,
y se hace el oscuro, los párpados vencen.
El aire ya no es liviano, es carga.

Y todo porque cada segundo se lo ha llevado otro;
El Gran Afanador, que se asoma gracioso entre las nubes.

Por eso soy un demócrata, 
por eso tiro piedras a dios, 
por eso escupo a nuestros representantes.

Sueño con invertir las pirámides,
con volver a atrapar el tiempo,
ser ligero,

con la llegada del gobierno de los pobres libres.