martes, 13 de febrero de 2018

Envejecer tranquilamente (de pablo)

Podemos envejecer, tranquilamente, ya que no tenemos descendencia,
morir de repente, en las calles.
Decir cosas raras, en el café, acorralados por el ictus.

Fuimos millones, repartidos por el mundo.
Descubrimos que dios y el diablo eran lo mismo.
Que la vida es caníbal, que se devora a sí misma,
que dura un instante,

que al final es invisible.

Que el Estado nos creó en el laboratorio, como a monstruos,
cuando el último poéta murió solo .
Que llegó El Robot, amando a todos, lanzándonos al vacío,
a la desgracia y la podredumbre.
Que nos convertimos en sombras.

Sombras.

Y en lo más oscuro nuestras miradas tuvieron sentido.
Nuestra palabra fue la de todos,
y la ficción se hizo realidad porque nosotros la hicimos.

Ya podemos morir.

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