Qué mi trabajo no está mal para lo que hay,
qué otros, ni siquiera pueden hablar en alto,
qué Damocles se balancea, siempre a punto de crear abismos.
Y a pesar de todo, no quiero ir.
Imagino a mis potencias agostándose, allí.
Abro a puerta del curre y veo a mis padres consumiéndose.
Esto ya sucedió: la matanza del sueño.
Y veo a los abuelos de mis abuelos pudriéndose,
en el olvido.
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