Mi herencia, como la de usted, es el abismo.
Entre tanto, ese dejar pasar el tiempo creando mundos.
Cruzando palabras y dibujando signos, en el metro, camino al trabajo.
Agitando los brazos para ser visto.
Cada mujer y cada hombre parecen ocultar un misterio,
un continente, una nueva galaxia,
una ínsula atractiva, al menos,
o solo un puñado de nervios.
Pero si tan solo fuéramos la brizna de hierba,
la mota de polvo,
un triste suceso,
merecemos ser descubiertos.
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