Quizá tenga forma de isla.
Quizá tenga límites por todos sus lados, y qué.
Más allá me espera el precipicio.
Bueno, más bien el tobogán,
la caída,
ese chasquido de dedos por donde todo pasa.
Y yo me resisto. Trato de hacerme fuerte en estos cuarenta y ocho días.
Creo que es lo más parecido a la existencia.
Prometo pasar el rato.
Quizá sea una península,
quizá pueda escapar por algún sendero, no mayor que un hilo mágico,
al gran continente,
al corazón de la Tierra,
antes de que el vacío devore este suelo mio de milímetros y segundos
donde me encuentro.
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