Vaya lata,
nadie me enseñó a pensar, ni a hablar,
como si el pensamiento y el habla, fueran algo natural.
Y ahora estoy aquí, como en una afasía,
con pensamientos fragmentados y rotos,
escuchando palabras que no son mías,
que es el pensamiento de otro el que habla.
Son otros los que actúan.
Y yo continúo aquí, en un vaivén,
como en un tobogán, como en una corriente,
como en un lago estanco,
atrapado por las circunstancias,
en esa maraña, que aparto como puedo,
para encontrar mi voz.
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